miércoles, 17 de noviembre de 2010

GOBIERNO… ¿ A QUIÈN ENVIARÈ?

(Artìculo publicado en la Agenda Juventud Con Una Misiòn 2011)


El 2,011 es año de elecciones presidenciales en el Perù, y este evento es tomado con mucho escepticismo por grandes mayorías de la poblaciòn peruana. Ese escepticismo ante “la polìtica”, la cual se entiende como arena corrupta, el campo en el que los polìticos tradicionales continùan beneficiando sus propios intereses, es comprensible debido a que a pesar de los cambio econòmicos positivos que el gobierno anuncia sin cesar en los medios en los ùltimos 4 años, en el Perù subsisten aùn las dramàticas diferencias sociales y econòmicas, la pobreza, la ignorancia, la falta de oportunidades para miles de jòvenes de sectores desfavorecidos, especialmente en las provincias alejadas de las regiones de la sierra y de la selva. Las cifras macroeconòmicas -las estadìsticas de reducciòn de pobreza, las obras, el aumento del PBI año tras año- no concuerdan con la realidad de las familias que luchan por sobrevivir, repletando los microbuses destartalados en los que se desplazan a sus trabajos en las ciudades, o los problemas que deben afrontar en las comunidades rurales en las que, en muchas zonas del Perù, no existen aùn condiciones mìnimas de calidad de vida. Si bien es cierto, ha habido una mejorìa en la ùltima dècada, esta se refiere mayormente a los recursos con que cuenta el Estado y no alcanza a proveer a millones de peruanos condiciones de vida justas y una esperanza para el futuro.

Para decidir què clase de gobierno el Perù necesita, debemos primero entender su historia, nuestras raìces como sociedad establecida en la desigualdad. Nacidos como Repùblica bajo sentimientos de desprecio por lo nativo, y admiración de lo extranjero, en el Perù aùn se discute si somos o no una naciòn. Y esas desigualdades han marcado nuestra historia con pobreza, resentimiento social y sus consecuencias entre las cuales se encuentran el terrorismo y la corrupción que nos dice dìa a dìa que muchos peruanos toman a la fuerza lo que su propia sociedad les ha negado. Y es por supuesto cierto que esa desigualdad se ha reflejado en la polìtica y en la forma de gobernar a los peruanos: El Estado se organizò para reproducir el privilegio de unos pocos y la discriminación, y debido a esa mentalidad, no se forjaron ciudadanos que trabajaran en el gobierno para construir una sociedad representativa. Por ello, nuestra historia polìtica està alternada por perìodos “democràticos” falsos, en los que la población eligiò a polìticos que luego se olvidaron de llevar a cabo sus promesas, y tiempos de violencia, golpes militares de Estado y revoluciones fallidas.

Ante esa situación, hace ya unas dècadas, un movimiento evangèlico creciente empezò a plantearse el desafìo de ser luz y sal en esa arena. En la actualidad, aproximadamente el 15% de la población adhiere a la confesiòn evangèlica. Un verdadero cambio ya que para la dècada de los 80, el porcentaje de evangèlicos era del 0.2 %. El resto de la población dice adherir mayormente al catolicismo, aunque no se sabe con exactitud cuàntos de estos son solamente nominales. Uno de los retos para esta iglesia es la falta de unidad ideològica. Debido al problema de pèrdida de mensaje social de la iglesia dado en la historia, los creyentes peruanos no han contado con un mensaje con contenido pràctico para llevar soluciones a los problemas. Como en otros paìses latinoamericanos, muchos identifican a Jesucristo con un revolucionario socialista. Este error se explica por las injusticias, a las que la iglesia no diò, por mucho tiempo, una soluciòn. La iglesia como Cuerpo, tanto los sectores catòlicos como los evangèlicos, necesitan urgente enseñanza de los principios bìblicos que nos lleven primero, a obtener un fundamento moral, por el cual los peruanos nos reconozcamos unos hermanos de otros. La sociología ha diagnosticado bien el problema de la identidad fragmentada del Perù, pero ni la sociología ni los polìticos, ni las mejoras econòmicas pueden traer el arrepentimiento y la nueva voluntad para perdonar y olvidar el pasado de divisiòn e injusticias y abrazarnos los unos a los otros. Sòlo el Evangelio con la obra inspiradora de Cristo, y una ley social de justicia , pueden ir a la raìz de nuestros problemas polìticos. Aunque hay un cambio en la manera como nos percibimos a nosotros mismos, y hay tambièn una preocupación por los pueblos indígenas olvidados, aùn susbsisten en Perù la mentalidad racista y elitista, causantes de injusticias

A la necesidad del cambio moral debemos añadir la necesidad de reconocer los derechos polìticos y económicos de todo ciudadano peruano: El acceso a las decisiones, a participar en la vida polìtica de una forma real debe ser sustentado por los principios encontrados en la Biblia. Tambièn es urgente aplicar principios educativos y econòmicos de acceso a la propiedad y a las facilidades para iniciar empresas locales, todos esquemas de la Biblia, para construir una sociedad que incluya a todos, y que no miren a los peruanos simplemente como “recursos humanos” de las grandes corporaciones que hacen empresa, sì, pero a costa de su dignidad y un trato inhumano. Muchos peruanos aùn perciben sueldos insuficientes, de supervivencia, y soportan condiciones laborales injustas.

Finalmente debemos agregar el hecho de que, como en todo el mundo, en el Perù, la mayorìa de la poblaciòn adhiere a la idea de que el Estado debe proveer lo que la sociedad no provee porque es injusta. Se espera que el Estado provea educación, salud, trabajo y hasta alimentación. Esta idea de Estado paternalista, concebida en las ùltima dècadas como la soluciòn al problema de la injusticia capitalista, no soluciona, en paìses como Perù ni la injusticia del capitalismo, ni la pobreza, y no es sustentable a largo plazo, como ya lo han demostrado las ùltima crisis mundiales. Y para ello es necesario no sòlo que la clase polìtica tenga una visiòn de naciòn pròspera como se le da a Israel en los inicios de su historia independiente , sino que la clase empresarial abrace esa visiòn para la que debe renunciar al egoísmo.

Aunque muchas buenas ideas han empezado a surgir en el Perù hace unos años, y la disposición para salir adelante se debe en gran parte a una nueva mentalidad en la que la creciente iglesia de creyentes tiene mucho que ver, hace falta que la Iglesia instruida tome autoridad, reclame para Dios la esfera del gobierno y lidere a la naciòn peruana de acuerdo al corazòn del Creador de las naciones.

Motivos de oraciòn
• Que la iglesia de los creyentes surja con autoridad y verdad para liderar a la población en la visiòn de Dios para el Perù.
• Que se levanten maestros de Biblia para entrenar a los creyentes para tomar posiciones de responsabilidad en la sociedad peruana.
• Que la Iglesia entienda la visiòn bìblica de gobierno, asì como lo rudimentario de las doctrinas humanistas, las cuales no pueden ni deben ser identificadas como similares o coherentes con el Cristianismo.
• Que Dios derrame su Espìritu de unidad en la iglesia para hacer frente a los esquemas humanistas de gobierno.

Ana Roncal

Artìculo en la agenda de Oraciòn de Juventud con una Misiòn 2011

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